jueves, 12 de enero de 2012

El Cigarrillo.



Anoche estuve conversando con mi cigarrillo,
me sentía cansado, cansado y aburrido,
mi mundo está tan triste, tan solo y tan vacío
que a veces me parece que ni siquiera existo.


Lo encendí despacito y le di una pitada,
luego viendo como el humo se volatilizaba
recordé tantas cosas que creía olvidadas
y se las conté todas mientras me lo fumaba.


Le conversé de ti y de mis añoranzas,
le conté de tus besos y de mis esperanzas,
le conté de tu olvido, le conté de mis lágrimas
y de aquello vivido que hoy se ha vuelto nada.


Le dije que es posible que a mí nadie me quiera
porque he pretendido vivir a mi manera,
porque me he negado, quizá, a pagar ese tributo,
de bajeza y pecado, que hoy nos exige el mundo.


A lo mejor estoy acabado, la vida me ha vencido,
he vivido, he luchado, he llorado y sufrido
y qué es lo que he ganado con ser tan comprensivo,
vivir desesperado en un mundo vacío.


Anoche con mi cigarrillo estuve conversando
y después de acabarlo me he quedado pensando
que en este verso triste, que es el mundo en que vivo,
es el único amigo que me va quedando.

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